Para intentar aclarar un poco el falso mito de la existencia de unas pastillas milagrosas que son capaces de convertir la grasa en músculo hay que tener en cuenta un proceso tan laborioso, más complicado que unas pastillas que conviertan el plomo en oro:
La grasa es un combustible, para que nos hagamos una idea el cuerpo humano usa como combustible principalmente los hidratos de carbono y la grasa, y las proteínas excepcionalmente (por no decir nunca).
Los hidratos de carbono se usan para ejercicios intensos transformándose en glucógeno previamente mientras que la grasa se usa en ejercicio moderados, digamos que la grasa es un combustible malo y no se puede usar en situaciones donde se necesita potencia e intensidad.
El músculo está creado en base a aminoácidos, los cuales se sacan principalmente de la proteína, que se puede tomar en diferentes formas como carnes y pescados, huevos, leche, soja. Los batidos de proteína no son más que a la parte proteica de la leche, la soja o los huevos.
Para crear músculo lo que se hace es un ejercicio intenso que rompe las miofibrillas musculares que con el descanso y una buena nutrición se regenerar con más volumen para volver a soportar esa intensidad la siguiente vez.
Por tanto las proteínas son los ladrillos de nuestros músculos, por tanto es algo tan sencillo como intentar construir algo en vez de con ladillos realizarlos con combustible, esto sin duda no tiene ni pies ni cabeza.
Los milagros no existen, puesto que realizar el paso directo de la grasa a músculo simplemente ingiriendo algo es totalmente absurdo e imposible, por lo menos en este planeta y en los seres vivos que conocemos.
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